28 de noviembre:
Sentir amor, sentimiento anhelado desde que naciste y mucho antes…, desde que tomaste forma.
La idea es no pensar sobre el amor; la idea es sentir amor. ¿Cómo siente uno amor?: cuando nos llevamos a nosotros mismos a ese estado de inocencia. Sé inocente como un niño y el «Reino de los Cielos» se abrirá por siempre. Eso es el corazón. Ese Reino es el corazón. No el corazón individualizado que hemos distorsionado tanto con los procesos de la mente, donde la mente intenta, con muy poco éxito, limitar el corazón.
Lo que ocurre cuando cometemos el fallo de intentar limitar el corazón es que aparecen los conflictos. Y un conflicto trae más conflictos y continúa, siguiendo un círculo vicioso.
Cuando un hombre ama a una mujer o una mujer ama a un hombre, en la presencia o proximidad del uno al otro (y tú puedes haber experimentado esto) la mente no funciona, te olvidas del cuerpo, y ocurre algo distinto donde te sientes transportado: te pierdes en el amor. La mente, el pensamiento, desaparecen. El cuerpo es olvidado y solamente está ese estar. Eso es amor.
El Reino de los cielos
Sería arrogante pensar que podemos imponernos el sentir amor. El sentir del amor surge por si mismo desde el mismísimo centro de tu ser que es lo que llamamos el corazón, el corazón universal presente en todo ser humano.
Después de leer los pensamientos que Respuestas al corazón trae para el día de hoy en la página 254, en algún momento del día realiza esta práctica sencilla:
Siéntate en el lugar donde habitualmente meditas y comienza a meditar con la técnica que hayas recibido de tu profesor, o en su defecto con la meditación que describimos al comienzo de este proceso. Después de llevar unos minutos meditando vas a centrar tu atención en evocar el sentimiento del amor, de la compasión, de la identificación con lo amado donde el dolor de tu amado es también tu dolor.
Deja que tu respiración fluya suavemente, por si misma, y siente tu cuerpo, el latir de tu corazón, la vida que hay en ti. Siente como amas tu propia vida, como te acoges a ti misma cuando te enfrentas a tu dolor. Deja que los pensamientos fluyan por si mismos en esa dirección de forma contemplativa.
Después de unos minutos dejando a la mente fluir en la contemplación de este sentimiento, evocándolo, visualiza en tu mente a alguien que ames profundamente y siente como existe en tu propio corazón. Siente como tu corazón les desea bien. Siente como deseas su comfort, esta es la respuesta natural del corazón.
Internamente, a tu particular manera, verbaliza mentalmente lo que le deseas a la persona: que esté bien, que esté libre de dolor y sufrimiento, que esté en paz, etc… Deja que el sentimiento fluya durante unos minutos de una forma suave y gentil centrada en el corazón. Vuelve a llevar la atención a la respiración y dándole gracias al sentir del corazón, abre los ojos lentamente.