Solo tenemos un problema. El único problema real que tenemos es nuestra falta de confianza en nosotros mismos, nuestra inseguridad. Todos los demás problemas son “inventados”, creados artificialmente por nuestra mente, por nuestro sistema egoico de pensamiento. La solución está en amarnos a nosotros primero. Nosotros somos el camino.
TENEMOS QUE ACEPTAR QUE SOMOS PERFECTOS
Para amarnos a nosotros mismos, tenemos que aceptar que somos perfectos. Somos perfectos en una vida perfecta. Es perfecta porque cumple su propósito, que es elevarnos de abajo a arriba, de lo denso a lo sutil. De ser un chimpancé a ser un humano. De ser un humano a ser Uno con el Manifestador. Como dice la Wikipedia: “El último ancestro común (a la vez del chimpancé y del humano) es el último ancestro común compartido por los géneros Homo (humano) y Pan (chimpancé y bonobo). Las estimaciones de la fecha de divergencia de ambos géneros varían ampliamente, desde hace trece a cinco millones de años”. Si nos parecen mucho cinco millones de años, hay que pensar que los dinosaurios estuvieron en el planeta Tierra durante 150 millones de años.
TODO LO QUE TENEMOS ES NATURAL
Todo lo que tenemos es “natural”, no hay nada artificial en nosotros. Artificial significa hecho por el ser humano; todo en nosotros es natural. Son naturales nuestras virtudes y fortalezas, y también nuestros defectos y debilidades. Todo lo que nos ocurre es natural. Entonces, ¿de qué tenemos que avergonzarnos, o de qué tenemos que culpabilizarnos, o sentirnos débiles, incapaces?. Nacemos de una semilla, como el roble nace de una semilla, como la flor nace de una semilla. La semilla contiene todos los elementos necesarios para la vida. Y, ¿acaso son la flor, o, el roble, imperfectos, no preparados?. Nuestra semilla contiene todos, absolutamente todos los elementos necesarios para nuestro despliegue. La calidad de la vida del ser humano es la misma en la semilla que cuando es adulto; la vida simplemente se despliega.
EL SER HUMANO DEBE DE CLARIFICAR SU MENTE
Es la mente la que nos lía; no a mí, o a tí, o al otro, nos lía a toda la especie humana. La característica diferencial del ser humano es la mente. Es necesario incorporar la mente al proceso de evolución del Universo, en el que todos nosotros, como especie humana, estamos inmersos. Primero hay que incorporarla (pasar del animal al animal que “razona y habla”) y, luego, clarificarla (quitar los efectos secundarios que lastran la evolución posterior). En ese proceso estamos.
Si miramos únicamente de forma estrecha y limitada, a sólo una mínima sección, que es nuestra vida de 80 años, dentro de este larguísimo camino de evolución del Universo, entonces nuestra vida nos aparece como una vida amenazante y mezquina. Si ampliamos nuestra perspectiva sobre la vida, si la observamos desde otro punto de vista, la vida crece y crece en perfección.
SOMOS UNO CON EL UNIVERSO
Ese punto de vista es el de la evolución del Universo, que es la manifestación del Manifestador, de la Divinidad, de Dios Padre. Y, así, podemos decirnos a nosotros mismos: “Yo y el Universo somos Uno”, “Yo y el Padre somos Uno”, porque nosotros somos el Universo, somos una faceta del Universo, pero una faceta del diamante es el diamante.
La evidencia de que somos Universales es algo que dice la Ciencia: “Los humanos, los ratones, y otros mamíferos compartimos un ancestro común de hace 80 millones de años, por lo que los genomas de todos los mamíferos son bastante similares. De hecho, compartimos aproximadamente el 99% de nuestros genes con el ratón”. Y, como muestra de que somos un poco de todo, baste decir, que la placenta del ser humano, algo decisivo en nuestra evolución, es originada por un virus de la familia del VIH, que se incorporó a la evolución del ser humano hace unos 25 millones de años.
La evolución del Universo incluye sus aspectos visibles y sus aspectos invisibles para el ojo humano. Su evolución incluye, por supuesto, la evolución de los aspectos sutiles en el Universo, la parte subconsciente.
Namasté, Fernando
