22 de noviembre:
¿Están mi mente, mis pensamientos, mis condicionamientos y apegos limitando mi corazón?
El corazón tiene una cualidad universal, por eso se dice de un hombre bueno que tiene un Gran Corazón. Pocos nos damos cuenta de lo grande que esa grandeza es. Su extensión es la de todo el universo.
El hombre, al tener una mente, persiste en limitar el corazón. Y al limitar el corazón a su ser individualizado, a su individualidad, está cerrando su corazón, y por eso aparece la pregunta de cómo abrir el corazón.
Para abrir el corazón, ¿cómo empezamos? Si una persona dice: «Tengo que ser más amable, tengo que ser más cariñoso, tengo que ser más considerado…», ¿dice acaso el corazón eso?… El corazón no dice eso. La mente dice eso porque la mente reconoce, o siente, la cercanía del corazón. El corazón está pulsando tan poderosamente todo el tiempo, que esas pulsaciones o impulsos son sentidos por la mente y la mente empieza a preguntarse: ¿Por qué está mi corazón cerrado?, ¿por qué no puedo sentir?
Los sentimientos no han de ser medidos bajo los términos de las emociones de cada uno, porque las emociones pueden ser buenas o malas, pueden ser positivas o negativas, pero la radiación del corazón es siempre pura.
Las emociones
Se podrían escribir libros enteros sobre este tema y sin duda es una de las lineas de investigación de la neurobiología y la psicología así como de las ramas de la ciencia dedicadas al estudio de la mente y de la consciencia, sin embargo, desde el punto de vista de nuestro propio caminar lo más importante es entender esto:
Hay una energía sutil y esencial que sostiene este universo, es una constante en el proceso de manifestación y evolución de este universo. Ese empuje que impulsó el universo desde el primer momento, desde el mismo instante en que el Big Bang impulsó hacia adelante una energía que comenzó a individualizarse y densificarse como materia, esta empujándote a ti hoy y te empujó a andar, a hablar, y te hizo crecer hasta tu forma hoy.
Esta materia individualizada, impulsada por este campo energético sutil, se comenzó a combinar y replicar y en ese proceso fueron desarrollándose formas cada vez más complejas a través de un proceso de integración de unas partículas con otras. Se podría imaginar como un campo de energía, como el campo gravitatorio por ejemplo, que determina la posición de los objetos celestes en el espacio.
Llámalo el campo del Amor, el campo de la Consciencia o Dios, que es la palabra que se ha utilizado desde los tiempos clásicos. Lo que quiere decir es que la consciencia que manifiesta un ser humano cualquiera no es otra cosa que el reflejo del campo físico de la consciencia, de la misma manera que lo son las virutas de mental ordenadas según el campo magnético de un imán, un reflejo de ese campo magnético.
Cuando nuestra forma percibe esta energía sutil que sostiene el universo la mente lo llama amor. Y energía solo hay una, como la luz blanca, que solo hay una, pero al pasar por el filtro de la mente, como si fuese un prisma, la mente convierte esta energía primordial en toda la gama de las emociones humanas. Las emociones son de alguna manera, el amor limitado por la interpretación de la mente.
Si nosotros pudiéramos darnos cuenta de que detrás de toda emoción que sentimos no esta otra cosa que el mismísimo amor que ha dado forma a este universo nuestro, entonces dejaríamos que nuestra atención se dirigiese hacía aquello que es divino en nuestra percepción. El miedo daría paso al valor, la melancolía al anhelo activo. Así el corazón, que es el centro de tu persona y la parte más sutil de tu mente individualizada, se puede conectar a la fuente de toda creación y someter a la mente individualizada a un proceso de expansión y de genuina felicidad.