16 de enero:
Construimos nuestra evolución; nosotros somos los artífices de nuestra evolución. Nuestra evolución está en nuestras manos.
Sólo podemos evolucionar por nosotros mismos. Nadie puede hacerlo por nosotros. Otros guías pueden ayudar, pueden encender la chispa y soplarla hasta que la llama se haga tan fuerte que no necesita más aire, hasta que encuentra su propia fuerza para arder.
¿Para qué quieres saber acerca de tu vida pasada? ¿Cómo te va a ayudar en esta vida? Alguien puede decir: «¡Oh! Conociendo los errores de la vida pasada evitaré cometerlos otra vez.» Ese no es el camino. Cuando se trata del ser espiritual, no analizas la oscuridad, enciendes la luz. Los errores desaparecen, la oscuridad desaparece: la luz está ahí.
Maestro, discípulo, y la evolución
Cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece. Esta es una frase muy escuchada cuya verdad lo es tanto como la es la de la frase: «tienes siempre lo que necesitas». Lo que quiere decir que en realidad el maestro siempre está contigo. Por eso decimos que no es que Dios te abandone, sino que tu le abandonas a él, al negarte a verle. No entendáis aquí la palabra Dios como la que se refiere a una voluntad personal. Nosotros no entendemos a Dios como una voluntad personal, una voluntad pensada, o que piensa como piensa un ser humano, tan convencido de sus creencias que terminan matándose unos a otros una y otra vez por eso que tanto valoramos: lo que pensamos que es verdad. Nuestras creencias. Claro que nos hace falta la mente, la tenemos para usarla, pero no le des tanta importancia al pensamiento. No le des el valor de verdad universal a ningún pensamiento. Ningún pensamiento te podrá mostrar lo que es verdad pues no puedes meter el océano en un vaso de agua.