9 de febrero:
¡Cuánto amo a mi maestro! ¡Cuánta devoción tengo por él! Y lo más maravilloso de esta devoción es que me termino haciendo libre.
La devoción y el amor se sienten en el interior. El verdadero maestro los siente y los ve inmediatamente, y no hace falta decir ni una sola palabra.
No importa si una persona critica lo que dice el maestro. Cada uno tiene su nivel de comprensión. Pero una cosa es verdad: una vez que te has embarcado en la búsqueda de la verdad, la búsqueda no cesa. Una vez que has comenzado el camino espiritual, has comenzado…, y eso es lo que importa.
Mucha gente tiene el malentendido de que el discípulo, o alumno, acepta al profesor. Es al revés. Es el maestro quien te acepta o quien te dice que hay otro camino para ti, y te lo dirá siempre con amor.
Dadle a una persona sabiduría espiritual sin ninguna segunda intención o apego y esa sabiduría se perpetuará, crecerá. La semilla ha sido plantada y continuará por vidas y vidas.
Maestro y discípulo
En este proceso que caminamos juntos la presencia del profesor espiritual es, excepto en casos excepcionales, necesario. Pero ¿que profesor? ¿que maestro? Hay tantos y tan diversos que uno no sabría como elegir.
El corazón te sabrá decir. Si las enseñanzas te llegan al corazón, ese suele ser un buen signo. En todo caso es el maestro el que acepta al discípulo.
El profesor espiritual te enseña a contactar con lo que llamamos el maestro interior, que es el maestro viviente, que es la consciencia presente en todo y que al mismo tiempo no es ninguna de las cosas que sostiene. Una experiencia de la existencia que, siendo subjetiva, es universal.
La Sociedad Española de Meditación es una escuela donde encontrarás profesores de meditación bien formados y unas enseñanzas prácticas y efectivas en traer paz, verdad y autenticidad a tu vida.
En Respuestas al corazón, en la página 326 tienes los pensamientos que completan este día en el que ya llama el tiempo a la próxima siembra.
Este año vamos a hacer las cosas de diferente manera, y por lo tanto vamos a tener frutos diferentes. Vamos a hacer las cosas sin buscar ningún fruto. Solamente las vamos a procurar hacer bien y le vamos a dejar el resto a Dios.