“El cuerpo físico está sujeto al tiempo, al espacio y a la causalidad. A través del cuerpo físico medimos el tiempo y el espacio, y entendemos que todo tiene una causa y toda causa tiene un efecto. El cuerpo sutil trasciende los conceptos de tiempo y espacio del cuerpo físico, pero aun así está sujeto a la causalidad, ya que contiene todas las impresiones que lo originaron. Opera dentro de este marco de causa y efecto para poder autoevaluarse y así asumir otro nacimiento.
El cuerpo espiritual, en cambio, está más allá de estas tres condiciones. En él no hay tiempo, ni espacio, ni causalidad. Al ser omnipresente, el cuerpo espiritual no se mide en términos de espacio y, al ser eterno, tampoco se mide en términos de tiempo; simplemente ES. Esta es la cualidad o naturaleza del Ser, la Esidad.
EL YO ESPIRITUAL NO PUEDE ENTRAR DIRECTAMENTE EN LOS REINOS DE LA MATERIA FÍSICA
Sin embargo, el yo espiritual no puede entrar “directamente” en los reinos de la materia física densa. Necesita atravesar diversas etapas intermedias para densificarse gradualmente. El cuerpo sutil es necesario porque genera el cuerpo físico, que es más denso.

Por lo tanto, el proceso completo de autorrealización requiere la disolución total del cuerpo físico y, posteriormente, del cuerpo sutil. Una vez que ambos se disuelven, todo se alcanza, ya que el cuerpo espiritual siempre ha estado y está presente.
De manera que es necesario pasar por los reinos mineral, vegetal y animal, donde la propulsión es totalmente natural y funciona según las leyes de la naturaleza. Tras esta experiencia, el alma alcanza
la etapa del ser humano, comenzando como un ser humano primitivo. En esta fase, el pensamiento se
centra en la propia supervivencia, influenciado por el trasfondo animal.
HAY ALGO MÁS GRANDE Y MÁS ELEVADO
A través de la evolución, la persona primitiva desarrolla las facultades del intelecto, comenzando a pensar y evaluar, dándose cuenta de que hay algo más grande y elevado. El intelecto analiza y el corazón siente que hay mucho más por descubrir, marcando el inicio de una curva ascendente.
La persona que anhela la salvación puede ser sincera en la práctica espiritual. Lo más importante en cualquier práctica espiritual es el deseo ardiente de alcanzar la autorrealización. Solo cuando este anhelo surge, la persona intenta encontrarlo a través de las diversas enseñanzas del mundo.
Al principio, se comienza con un deseo ardiente de lograrlo, pero al experimentar la autorrealización, ese deseo se transforma. Se inicia con el deseo, hasta llegar a la ausencia de deseos, donde ni siquiera el deseo permanece”.
Estas palabras están recogidas de un satsang de Gururaj Ananda Yogui