UN VIAJE DE CATEGORÍA
Por los paisajes fantásticos de la evolución, nosotros viajamos en un tren de lujo, en la mejor categoría posible, con todas las comodidades inimaginables. Es un viaje de categoría. Cuando te subiste al tren ya eras Dios. Es como el viaje en tren por el Rajastan, por ejemplo, el “Maharajás Express”, un “Palacio sobre Ruedas” en la Tierra de los Reyes.
UN COMPAÑERO DE VIAJE BASTANTE TRAVIESO
Pero tenemos un compañero de viaje bastante travieso, que no sabe comportarse y que está bastante asilvestrado. En la mesa siempre tira alguna copa de vino o se le cae la sopa al servirse; se tropieza o hace que la gente tropiece por tener estiradas sus piernas. Habla chillando, su vestimenta es un desastre, sin afeitar ni lavarse. En fin, dentro de este lujo de viaje, nos hace sentirnos muy, muy incómodos.
La cuestión es que a mí me regalaron este viaje con la condición de que me hiciera cargo de este “fastidioso”, “cargante” compañero de viaje. Y, además, que es lo peor de todo, este chico no habla mi idioma, ni el idioma de ninguno de los que viajan en el tren, parece un idioma desconocido.
NUESTRA PRINCIPAL TAREA ES REFINARLE
Así que, nuestra principal tarea es “refinarle”. “Hacer más sutil” o “domesticar” a este irritante compañero de viaje, si quiero disfrutar de esta maravillosa aventura. Y lo intento una y otra vez,
y pongo mi empeño todos los días en pulir algún aspecto de su comportamiento, de nuestra relación. Con dedicación, veo que algo voy consiguiendo, aunque a menudo vuelve a las andadas y tenemos que empezar de nuevo.
LA EXPERIENCIA YA ESTÁ ALLÍ DESDE EL MOMENTO CERO
La experiencia del tren de lujo es la Divinidad. El compañero irritante es el ego. La experiencia ya está allí, desde el momento cero, y es ese compañero de viaje, ese ego, el que nos impide disfrutarla.
El ego no es un componente eterno en la evolución. Es parte de la evolución, pero se subió al tren en un determinado momento y conseguiremos domesticarlo en otro determinado momento.
Se subió en el momento en el que la especie humana comenzó a hablar y a pensar, porque el ego es la mente. Ese es el eslabón perdido en la evolución humana que buscan los paleontólogos. Es el paso del chimpancé al ser humano que habla. En sus inicios nos fue muy útil, y todavía hoy nos es imprescindible. Sin el ego no podemos existir como seres encarnados (con un cuerpo físico), y sin estar encarnados, no podemos evolucionar.
Así que no podemos destruir al ego; hay que domarlo, hacerlo menos oscuro o menos denso. Hay que aclararlo, clarificarlo, hacerlo más transparente, más permeable.

EL PROBLEMA NO SOY YO, ES MI COMPAÑERO DE VIAJE
Pero queda claro que el problema no soy yo. Es mi compañero de viaje, que es “un añadido”, algo que se me ha pegado a mí. No puedo prescindir de él, pero él no soy Yo. Yo no soy eso, yo soy mucho más que eso. Yo soy la experiencia de la Divinidad.
EJERCE DE DIOS
Y siendo Dios, ¿por qué no vas a amar a cualquiera?, si para Dios, por encima de todo, todos se lo merecen. Pues, ¡ejerce de Dios!, y eres Rama, Krishna o Buda, actuando en tu vida ordinaria. Porque cuando te subiste al tren ya eras Dios, durante todo el trayecto eres Dios, y cuando te bajes del tren serás Dios.
Namasté, Fernando