La poesía es un buen inicio para la contemplación. La clave reside en vivir conectados con la fuente de la vida, con el origen de lo que somos, y ser capaces de contemplar, de observar con respeto, lo que es.
Deberíamos intentar esa conexión cada día. Es como calentar motores: unos pocos minutos de dedicación y, con algo de práctica, ¡zas!, ya estamos conectados.

Un buen método para iniciar esa conexión es oír una canción cuya letra nos motive, o leer alguna poesía escogida. La poesía nos deja un silencio, nos abre una puerta interior, nos da una pausa, nos genera un ambiente, una atmósfera… como sucede en esta selección de poesía:
PEQUEÑOS POEMAS
“Que, ¿por qué vivo yo en la colina verde-jade?.
Yo río, y, no respondo. Mi corazón sereno: flor
de azahar que arrastra la corriente. No en el
mundo de los hombres, bajo otro cielo vivo, en
otra tierra.”
“Ya es de noche. Alzo la mano y toco las
estrellas. Hablo en voz baja: temo que se
despierte el cielo.”
“Cada uno de nosotros es un guante que la
Divinidad se pone cada día para actuar en lo
concreto, para tocar las cosas de este mundo,
para comer por nuestra boca, y beber por nuestros labios.
Porque de lo temporal, la
eternidad está enamorada; de las obras que
produce el tiempo, la eternidad se ha
enamorado.”
¡Probarlo!, no es difícil.
Namasté, Fernando