Un objeto, una situación o una relación que quieres entender es algo que tu mente percibe, y la mente siempre compara el objeto de su percepción con el yo interior, o subconsciente. Por ejemplo, eso de allí es una jarra. ¿Cómo sabes que es una jarra? Porque tú lo estás interpretando como una jarra. Y, para que lo percibas así, se requiere que tu mente subconsciente tenga ya guardadas imágenes de diferentes jarras. De manera que percibes esta jarra de acuerdo con las impresiones que ya tienes dentro de ti. Esta jarra se verá diferente para diferentes personas; sin embargo, es la misma jarra. Cada una de las diferentes interpretaciones se basan en el ángulo desde el cual el observador la está mirando. Y muy pocos seres humanos pueden mirarlo en su totalidad. Tú puedes interpretar que esa jarra está medio llena, o medio vacía, pero es ambas cosas a la vez. Levanta la jarra y verás: está medio llena y está medio vacía. Depende de dónde ponga su énfasis aquel que mira, si lo pone en la parte medio llena, o en la parte vacía. Cada uno de nosotros, lo único que podemos hacer es “interpretar” algo, según el “punto de vista” de cada cual.
Para ser capaz de ver la totalidad de todo lo que existe a tu alrededor, necesitas una cualidad primordial, y esa es, la capacidad de ver dentro de ti, porque la “visión interior” está relacionada con la “visión exterior”. Sin visión interior, nunca se puede entender correctamente lo que se ve fuera. Por lo tanto, el interior es tan importante como lo que está fuera. Al encontrar la realidad dentro de ti, descubrirás la realidad de todo lo que está fuera de ti. La combinación de las dos visiones forma la totalidad. El interior y el exterior combinados dan lugar a una visión real de la realidad. Sin visión interior, sólo vemos nuestra “interpretación sesgada” de las cosas. Por ejemplo, en el caso de que mantengamos una relación con alguien, por trabajo, por amistad, por familia, u otro motivo cualquiera, si nos falta la visión profunda, la visión interior, aplicaremos la ley “del ojo por ojo y diente por diente”, y a eso le llamamos justicia. Y esto nos ocurre, porque nos falta profundizar más en nosotros mismos. Nos falta esa visión interior, y esta visión interior es, precisamente, lo que nos proporciona la práctica regular de la meditación.
Namasté, Fernando
