VIVIMOS FRAGMENTADOS
La meditación nos permite sentirnos más integrados y menos fragmentados. Vivir fragmentados es tener un pensamiento que tira hacia una dirección, y el pensamiento siguiente tira hacia lo contrario. Algo típico es (primer pensamiento) “me gustaría estar delgado”, y, (segundo pensamiento) “ comer todo lo que me gusta”.
Cada uno de nosotros crea su propia realidad. Esto es porque cada individuo proyecta y percibe exclusivamente sus propias impresiones/sesgos psicológicos, que llevamos acarreados en el subconsciente.
Cada uno de los ocho mil millones de seres humanos crea su propia realidad única. Que es distinta a la del resto; de hecho, nadie más que el propio individuo la conoce. De esta manera, personalizamos nuestra vida, haciéndola única y aislada. Como resultado, vivimos en una soledad de hecho, aunque rodeados de personas, a quienes llamamos prójimo.
Por ello, será difícil “amar al prójimo como a uno mismo” si desconocemos los mecanismos de nuestra vida diaria. No somos culpables de este desconocimiento, ya que todos venimos así “de fábrica”. Sin embargo, sí somos responsables del mismo, pues nacemos con el propósito único de entender estos
mecanismos.
Debido a este desconocimiento no tratamos al otro de forma integral, que es lo que se expresa en el Namasté: “Con mi pensamiento, palabra, y hechos, yo saludo a la Divinidad que hay en tí”. Y esto es así porque nosotros mismos no vivimos de forma integral. Vivimos fragmentados y no integrados.
INTEGRACIÓN DE CUERPO MENTE Y ESPÍRITU
Integración es vivir conscientemente la integración del cuerpo, de la mente y el espíritu. Porque, nuestro cuerpo “parece” no tener relación con nuestra mente. Además, ni el cuerpo ni la mente “parecen” conectar con el espíritu. De hecho, los médicos se encargan del cuerpo, los psicólogos de la mente, y los filósofos o “curas” se encargan del espíritu. Y estas son, por lo general, profesiones alejadas entre sí.
No obstante, en realidad, cuerpo, mente y espíritu están interpenetrados. El cuerpo es un aspecto o faceta de la mente. Esto es similar a cómo un diamante posee múltiples caras o facetas, pero sigue siendo un único diamante. Así pues, decir cuerpo es otra manera de decir mente.
A su vez, la mente es un aspecto del espíritu; por lo tanto, decir mente es otra forma de decir espíritu.
Dividimos verbalmente esta “unidad” en piezas distintas solo para explicarnos y entendernos. Sin embargo, después nos olvidamos de cómo integrar estas partes, o simplemente no sabemos hacerlo.
De manera similar, mediante el mismo procedimiento, separamos el cuerpo en un conjunto de órganos y células organizadas. Esto ocurre porque “separar” es la única forma que tiene la mente consciente, la mente analítica, de “conocer”.
Aunque es una herramienta excelente para la separación, una vez que ha realizado el despiece, no sabe cómo integrar las partes. Y, el problema se agrava significativamente porque la mente consciente ocupa el 120% de nuestras horas diarias y nocturnas.

EL SER HUMANO ESTÁ INTEGRADO POR CUERPO MENTE Y ESPÍRITU
Consideremos, por ejemplo, una vivienda: es un conjunto de espacios como la cocina, el salón, el dormitorio y el baño. Lo dividimos así para mejor entendernos. Cuando decimos “estábamos en la
cocina”, asumimos que estábamos en una vivienda.
Salvo una explicación previa, como tener una cocina o barbacoa en el jardín, una “cocina” no puede existir sin una vivienda. Por consiguiente, no decimos: “me he comprado una cocina, un salón, un dormitorio y un baño, todo a la vez”. Sino que afirmamos: “me he comprado un apartamento”.
De la misma forma, el ser humano está integrado por cuerpo, mente y espíritu. Es un continuo sin rupturas. Y, no es posible que estén, o, existan por separado.
SENTIRNOS MÁS INTEGRADOS Y MENOS FRAGMENTADOS
La práctica de la meditación y de las prácticas espirituales nos llevan a “sentirnos conscientemente” más integrados a diario. Y, así, estas prácticas amplían nuestra percepción de lo que “Es”.
Namasté, Fernando