PROPONERNOS PONER MÚSICA A NUESTRA VIDA
Debemos proponernos “poner música a nuestra vida”.
“En el principio fue el Verbo…”, así empieza el evangelio de San Juan.
El Verbo es la palabra, es el sonido, es la vibración. Sin embargo, esa vibración adquiere carácter de sonido solo al entrar en nuestro oído y llegar al cerebro. Previamente, es meramente un fenómeno físico. Es una onda, es un movimiento en un fluido que la transporta. Este fluido puede ser aire, agua u otro medio.
La vibración es una onda en movimiento. Este movimiento ocurre en ciclos iguales y, posee distintas velocidades. Nosotros medimos estas velocidades según el número de veces que el ciclo ocurre en el tiempo. Esta medida es la “frecuencia de una vibración”.
Aunque todas las frecuencias existen, el ser humano no capta con su oído todas las posibles frecuencias de vibración. Aproximadamente solo percibe las frecuencias comprendidas entre los 20 y los 20.000 hercios. Donde un hercio es un ciclo por segundo, 20 hercios son 20 ciclos o repeticiones por segundo, etc. Como comparación, los perros oyen frecuencias mucho mayores. Además, fuera de ese intervalo auditivo, encontramos las ondas o frecuencias de las emisoras de radio, de la televisión, junto con muchas otras.
SI QUEREMOS CAPTAR UNA EMISORA NECESITAMOS DE UN APARATO DE RADIO
Para captar las emisoras de radio, requerimos de un aparato de radio que sintonice su frecuencia. Dicho aparato debe, además, convertirla en una onda audible para nosotros.
El evangelio cita: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. En sus niveles más simples, más puros, profundos y sutiles, “Dios es Vibración”, la Divinidad se manifiesta como Vibración.
La Manifestación representa un continuo que va desde lo más sutil a lo más denso. Desde una vibración con frecuencia más rápida o elevada o sutil a otra vibración con frecuencia mas lenta. Este continuo es similar al paso del día a la noche. Así, durante un atardecer, llega un instante en el que no logramos distinguir. No sabemos si es de día o es de noche. En esencia, es un continuo de luz a menos luz, y de menos luz a oscuridad.
CAPTAR LA PRESENCIA EN CADA INSTANTE
Así como Radio Nacional , por ejemplo, está presente en cada rincón de nuestra habitación, la Divinidad también está en cada punto de ella. Su Presencia se manifiesta en cada instante y en cualquier lugar.
Es fundamental captar esta Presencia. Para ello, debemos bucear en nuestro interior y, finalmente, sacarla al exterior. Lo conseguimos a través de la práctica de la meditación. El propósito es que la integremos en nuestro día a día consciente. Así, logramos ser conscientes de lo que, en realidad, somos.

EXPRESARNOS DENTRO DE NUESTRAS LIMITACIONES
Nuestra vida nos impone ciertas limitaciones. Estas son como el pentagrama y las notas musicales para un músico. Primero, el músico capta el sonido en su interior, en su yo más profundo. Posteriormente, debe convertirlo en algo que pueda transmitir conscientemente a otros seres humanos. Para ello, utiliza herramientas que limitan su experiencia sonora.
De hecho, una partitura nunca será el reflejo exacto del sonido interior que el compositor escuchó. Sin embargo, para transmitirlo a nivel humano, para que otro ser humano lo capte conscientemente, el músico emplea herramientas limitantes. Entre otras, un pentagrama, notas musicales, y variados instrumentos musicales. La tarea del compositor, por lo tanto, es expresarse libremente dentro de tales limitaciones de melodía, armonía y ritmo.
Del mismo modo que el compositor, nosotros, mientras estamos inmersos en situaciones limitantes, debemos expresarnos libremente dentro de nuestras limitaciones aparentes. Expresarnos es manifestar nuestra naturaleza más sutil, la Divinidad. Y sentir su presencia en nuestra área consciente.
LA BANDA SONORA DE NUESTRA VIDA
Esa vibración interior se expresa como música, es armonía, es melodía y ritmo.
Por eso, si nos “acordamos”, tal y como si tuviéramos que poner una banda sonora a la película de nuestra vida, nosotros ponemos a cada instante esa música que surge de nuestro interior. Para convertir nuestra vida en una especie de “karaoke” amoroso, donde observar y cantar.
CON LA MÚSICA A OTRA PARTE
La circunstancia limitante que acontece es como una película. Dicha película, por su parte, requiere un guión. El guión limita lo que puede hacerse. Esto incluye lo que uno quiere o no quiere, o lo que le gustaría o no le gustaría. La banda sonora, sin embargo, acompaña y sirve de marco a lo que sucede, independientemente de los eventos que ocurren. Y, nos dejamos ir con esa música. Nos vamos con la música a otra parte. Pasito a pasito, cuidando el presente.
Recordando que rendimos el personaje, es decir, a “Fernando”. Lo entregamos a la naturaleza profunda de lo que Es. Para ello, nos repetimos la frase de “Atraco a las 3”: un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo de lo Real.
Namasté, Fernando


