Nuestra vida es como una burbujita. Una de esas burbujitas pequeñas que se escapan, todas seguidas, marcando una línea aparente desde el fondo de la arena. Cerca de la orilla del río o de la playa. La burbujita, que representa nuestra vida, hay que mirarla como un todo. Es como un pequeño vehículo que se escapa, llevando oxígeno, por el espacio interestelar.
DEBEMOS OBSERVARLA COMO UN TODO
Debemos observarla como un todo completo, en su unidad, sin fijarnos en “sus aspectos”. Hay que mirarla sin juzgar, evitando que nuestro pasado intervenga en esa observación. La observamos desde el observador profundo; éste, a su vez, observa al pequeño observador (el ego). El ego es el que observa las circunstancias exteriores, desde nuestra mente consciente. Este ego siente la necesidad de actuar, de intervenir en las circunstancias exteriores, el observador profundo no siente la necesidad de actuar, sólo observa.

ES AIRE EN FORMA DE BURBUJA
Lo único interesante de la burbujita es que contiene aire. Es aire en forma de burbuja. Estas burbujitas son algo sin importancia, sin trascendencia en sí mismas. Aunque, vistas dentro de todo el proceso de evolución, quizás generen el oxígeno de la atmósfera, que nos permite vivir.
NOSOTROS SOMOS EL AIRE QUE LO PERMEA TODO
Nosotros somos mucho más que esa burbujita. Somos el aire que lo permea todo. Ese aire, que se detiene un instante a observar, desde el observador profundo.
Namasté. Fernando.