Yo soy la causa de mi enfado. El enfado es una proyección sobre el otro, de las tensiones, incoherencias, roces y rigideces que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior.
Enfadarse es olvidarse de que estamos de paso. Es olvidarnos, de que el propietario del “chiringuito” en el que estamos, no somos nosotros, sino Él. Solo Él existe. Y yo soy Él.
Enfadarse es olvidarse del Amor. Es olvidarse de que el Amor lo permea todo, de que el Amor es el protagonista, es el dueño del “chiringuito”.
HACEMOS A NUESTRO EGO EL DUEÑO

En el enfado, hacemos a nuestro ego el dueño de la situación, que saca la cabeza y “cacarea”, mostrando un falso título de propiedad. Allí hemos perdido nuestra paz interior.
Esa es la tremenda fuerza que tiene el ego del ser humano: tiene la capacidad de hacernos perder nuestra paz interior. Tiene la capacidad de expulsar nuestro ser conscientes de la Gracia Divina en nuestras vidas. Cuando lo único que tenemos que hacer, como seres humanos, es aceptar, es permitir, dar permiso a la Gracia Divina para que nos gobierne.
DARNOS CUENTA ANTES
¿Y, por qué darnos cuenta de todo esto “después” de enfadarnos?.¿Por qué no darnos cuenta antes?. ¿Por qué no ser conscientes antes?.
Al ser conscientes antes, hacemos más grande nuestro ser conscientes de dónde estamos. Que es darse cuenta de lo que realmente ES. Y, es vivir en la Presencia de esa no-separación de lo que ES. De esa continuidad entre lo más sutil (el espíritu) y lo más denso (el mundo material).
Y nos permite NO olvidar que “somos peces en una pecera de Amor”.
La solución está en “contar hasta diez”, en hablar más con el otro, explicarse, transmitir todo con calma, todo con calma.
Comentarios de Gururaj sobre el enfado
Namasté, Fernando